Son pocos los españoles que, a día de hoy, sabrán que Puerto Rico fue parte de nuestro país hasta hace cerca de 100 años. Aquella pequeña isla caribeña situada junto a Cuba formó parte de España desde 1493, tras la llegada de Colón hasta 1898, año del gran desastre de ultramar en el que perderíamos todos los territorios caribeños y asiáticos como Filipinas, Cuba y Puerto Rico.
Puerto Rico había sido una isla estratégica para España en el Mar Caribe para la defensa ante los piratas y una interesante fábrica de azúcar, café y tabaco que estaba en decadencia en el siglo XIX.
Al llegar el final del siglo XIX, la isla se encontraba en una situación de abandono militar y político, pues sólo contaba con una carretera de primer orden que cruzaba la isla de norte a sur entre San Juan, la capital y Ponce, y con una única plaza fuerte en la que se contaban 43 piezas de artillería.
En lo social, aunque se produjeron levantamientos como el Grito de Lares que buscaban mayor independencia de la metrópoli, estos se apaciguaron con la aprobación de la Carta Autonómica de Puerto Rico en 1897, que reconocía al territorio una amplia autonomía para autogobernarse.
Esa incapacidad militar de la que sufría Puerto Rico hizo que la invasión norteamericana culminase en un periodo de apenas 24 días en los que España veía cómo desaparecían los últimos territorios de ultramar.
El 14 de septiembre partían del puerto de San Juan los barcos Isabel II, el Terror, el Ponce de León y el General Concha con rumbo a Canarias. Las gentes puertorriqueñas despedían entre pañuelos y banderas españolas a los últimos soldados españoles de la isla.
Ese ferviente amor por España no acabó con la arriada de la bandera nacional de las plazas y edificios públicos de la isla, sino que continuó bajo el gobierno estadounidense.
Tras la retirada de España del gobierno de la isla, los habitantes puertorriqueños continuaron realizando el habitual acto de la época de la jura de bandera hasta 1930, año en que Estados Unidos dejó de autorizar dicho acto. También fue ese año la última vez que habría en Puerto Rico un banderín de enganche, al igual que en el resto de provincias españolas.
A día de hoy, esa pasión y sentimiento por España sigue vivo entre los puertorriqueños, que siguen jurando a la bandera nacional y que cuentan con algunas plataformas ciudadanas en defensa de la reunificación con España.
Entre estas plataformas se encuentran Reunificacionistas y Autonomía para Puerto Rico, que tienen como objetivo convertir a Puerto Rico en la 18 autonomía española al considerar que su independencia y posterior incorporación a los Estados Unidos fue obligada y no fruto del sentir de la gente.
Otro ejemplo de este sentimiento por la hispanidad se hace presente en la congregación de las Siervas de María, que ondean la enseña española para recibir y despedir a todas las embarcaciones de nuestro país.
Esa es la situación de Puerto Rico, un Estado asociado y sometido a las leyes de Estados Unidos y que ansía volver a su casa, España.